Esmeralda Banacloy Martínez

Fisioterapeuta

Autora de: Libro Diatermia Capacitiva y Resistiva y Cursos Online de Therapy Global Solutions

DIATERMIA/TECARTERAPIA EN EL TRATAMIENTO LA ARTRITIS REUMATOIDE (AR)

Las enfermedades reumáticas son aquellas que afectan al sistema musculoesquelético y que no tienen directamente un origen traumático. Algunas causan osteoporosis, artrosis  o artritis. El caso de la artritis reumatoide es concretamente una conectivopatía de origen autoinmune. Esto implica que puede afectar a diversas partes del organismo, ya que al ser el tejido conectivo el que se ve atacado por el propio sistema inmunológico, puede haber muchos órganos o estructuras que se pueden ver afectados. En un principio, perjudica principalmente a las articulaciones, ya que las células inmunitarias de la membrana sinovial atacan al propio tejido, provocando a la larga una sinovitis, con el consiguiente aumento de la secreción de líquido sinovial y por tanto inflamación.  Además, los anticuerpos fabricados por las células defensivas atacan los tejidos articulares, todo ello origina la formación de tejido cicatricial, posteriormente se produce una alteración del cartílago articular y más tarde de los huesos, provocando la consiguiente deformación. Con el tiempo también aparecen lesiones extraarticulares.  La artritis reumatoide, si no se trata precozmente y con los medios adecuados, es capaz de producir una importante incapacidad funcional e incluso disminuir la esperanza de vida del paciente.

Aunque la artrosis y la artritis son dos enfermedades reumáticas bastante frecuentes, su origen, tratamiento y evolución son muy distintos.  Por un lado, la artritis, como bien su nombre indica, es una patología que cursa con inflamación, en un principio de la membrana sinovial. Sin embargo, la artrosis cursa con una degeneración del cartílago articular y dolor, que aparece sobre todo en sobrecarga.

En la AR las articulaciones más afectadas son las de los dedos de las manos y los pies, después tobillos y rodillas, codos, muñecas, cuello, ATM, caderas y en menor grado las articulaciones de la columna lumbar y dorsal, presentándose habitualmente de forma simétrica. Por el contrario, en la artrosis no tiene porqué darse dicha simetría y se suelen afectar articulaciones de carga (como por ejemplo tobillos, rodillas, caderas y columna), que se han visto sometidas a un sobreesfuerzo o a actividades (deportivas / laborales) que propician el desgaste articular.

Como ya hemos mencionado, en la artritis reumatoide se ven afectadas articulaciones; pero también órganos como pulmones y corazón, glándulas, tendones, vasos sanguíneos…, y en la artrosis sólo las articulaciones, además de que no cursar con síntomas generales como fiebre, agotamiento…etc. Por último, hay que destacar que la incidencia de la AR en la población es entre el 0,3% y el 1% mientras que la incidencia de la artrosis es muy superior, se calcula que la padece alrededor del 24%.

En un principio, no se conocen en profundidad las causas de esta enfermedad autoinmune; pero se sabe que existen factores que la predisponen:

  • Procesos infecciosos. Pueden dar origen o empeorar la sintomatología de la artritis reumatoide.
  • Sexo femenino. Los estudios demuestran que en el postparto y tras la menopausia, con la caída de los estrógenos, hay mayor riesgo de desarrollar la enfermedad o aumentar los brotes.
  • Tabaquismo y Alcoholismo. Exacerban los brotes y sumado a la predisposición genética hace a estos sujetos más sensibles a la enfermedad.
  • En general, padecer de sobrepeso afecta negativamente a la salud y lleva implícita una ingesta por lo general nociva y excesiva. La dienta rica y equilibrada en frutas, verduras, pescado, legumbres y aceite de oliva es antiinflamatoria y antioxidante, lo que nos ayuda a luchar contra la enfermedad.
  • Genéticos. Los últimos estudios dicen que hay varios genes que predisponen a padecer esta patología.
  • Antecedentes Familiares. Aunque no es una enfermedad hereditaria, al tener un componente genético es más factible que se manifieste con más frecuencia en una familia con antecedentes, que en otra que no la han padecido con anterioridad.

Los pacientes que acuden a nuestro centro con artritis reumatoide pueden presentar los siguientes signos y síntomas:

  • Tumefacción, en una o más articulaciones.
  • Dolor, sobre todo al mover dichas articulaciones, cuando se las presiona o incluso con el roce de las prendas de vestir. Aunque duelen durante el día, la molestia suele intensificarse por la noche y con el reposo.
  • Con menor frecuencia presentan rubor y aumento de la temperatura en la zona inflamada.
  • Casi todos los pacientes nos relatan que por las mañanas se levantan con una sensación de rigidez que va desapareciendo con el paso del tiempo y al ir moviéndose.
  • Si presenta deformidad articular, ésta puede ocasionar limitación de la movilidad.
  • En ocasiones, las posturas antálgicas a la larga acaban produciendo acortamientos, atrofia muscular y rigidez articular.
  • Algunos pacientes sufren alteraciones tendinosas como: tendinitis, tendinosis y roturas de los tendones.
  • Cuando la afectación es más acusada en las muñecas pueden padecer de síndrome del túnel carpiano.
  • En un porcentaje elevado de pacientes, más en mujeres que en hombres, aparecen bultos bajo la piel. Se encuentran en los dedos, muñecas, rodillas, codos y zonas de roce. Son protuberancias compuestas de tejido conectivo y colágeno degenerado, duro y por lo general indoloro, conocidos como nódulos reumatoides.
  • También pueden sufrir otros síntomas como: ligera elevación de la temperatura corporal, cansancio, pérdida de peso debido a la inapetencia, malestar general e incluso depresión.

En las fases más avanzadas de la enfermedad aparecen trastornos asociados como son infecciones (debidas en gran medida a los efectos iatrogénicos de los medicamentos que toman), osteoporosis, vasculitis en vasos pequeños, derrame pleural, pericarditis, amiloidosis…etc.

Para diagnosticar esta enfermedad el facultativo tiene a su alcance varias pruebas clínicas: en las que se valorarán los niveles de la proteína C reactiva (PCR), la velocidad de sedimentación globular (VSG), el factor reumatoide (FR) que aparece elevado en un 80% de los afectados (aunque no es un valor específico de esta enfermedad), los anticuerpos antipéptido cíclicos citrulinados (anti-CCP), que por el contrario sí son anticuerpos específicos de la AR, y la existencia de anemia. También se pueden pedir pruebas radiológicas como los RX, Tac y RNM para comprobar el daño estructural de las articulaciones o si existen nódulos en pulmones y corazón.

Como en casi todas las patologías hay varios tipos de tratamientos, y aunque no es una enfermedad que tenga cura, estos se orientan a paliar los síntomas, minimizar las secuelas y a retrasar el avance de la enfermedad:

  • El tratamiento conservador que incluye básicamente dos tipos de terapias: La física, donde el fisioterapeuta tiene un papel muy importante a la hora de tratar los síntomas, programar rutinas de ejercicio físico adaptándolas a la etapa en la que se encuentra en ese momento la enfermedad (según esté en un momento de calma o en un brote) y a las necesidades específicas de cada paciente (pérdida de movilidad, de fuerza, de elasticidad), establecer periodos de reposo con o sin la ayuda de férulas de descarga y la enseñanza de ejercicios de relajación para controlar el estrés. Por otro lado, y también esencial, el tratamiento farmacológico: antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos, corticoides y antirreumáticos (FAME).
  • El tratamiento quirúrgico, cuya finalidad es reparar o sustituir articulaciones muy afectadas. Las intervenciones más frecuentes en estos pacientes son artroscopias, sinovectomías, osteotomías, artroplastias de rodilla y cadera, así como reconstrucciones tendinosas.

La AR también se caracteriza por presentar 3 formas distintas de evolución:

  • El 70% de los casos evolucionan de forma Cíclica, esto quiere decir que a lo largo de la enfermedad el paciente sufre “brotes” o periodos en los que se agudizan los síntomas, y épocas en las que la enfermedad permanece latente, o si hay síntomas son de poca intensidad.
  • Un 20% progresan de forma Aguda, de los pacientes sufren un único brote, que puede durar días o semanas.
  • Un 10% de forma conocida como Progresiva, aunque es la menos frecuente, tiene peor pronóstico ya que su avance es constante, sin épocas de calma y con una evolución más rápida.

 Dentro de su arsenal terapéutico, el fisioterapeuta cuenta con equipos como el Tens para disminuir el dolor del paciente, y que puede enseñar a ponérselo en su domicilio como coadyuvante de la terapia en la consulta. También es útil el uso del calor superficial (baños de sol, infrarrojos, almohadilla eléctrica…), para relajar la musculatura, mejorar la elasticidad y disminuir la rigidez. En los periodos más agudos o después de realizar una actividad física importante, le recomendaremos al paciente ponerse frío para disminuir o prevenir el dolor o la inflamación. No obstante, una de las terapias más eficaces para tratar al mismo tiempo el dolor, la inflamación, la rigidez, la pérdida de rango articular, la contractura muscular y el estrés, es el calor profundo o Diatermia/Tecarterapia, ya que alcanza tejidos que están a una profundidad que el microondas, la onda corta, el láser y el masaje no llegan.

Un dato importantísimo para tener en cuenta es que, durante la fase aguda o si el paciente tiene fiebre, no debemos trabajar con la diatermia. Una vez superada esa etapa, cuando el brote se encuentre en un periodo subagudo, iniciaremos el tratamiento con la Tecarterapia, en su modalidad atérmica, y trascurridas unas cuantas sesiones, una vez hayan mejorado los síntomas, con la modalidad térmica. 

TRATAMIENTO CON DIATERMIA/TECARTERAPIA RESISTIVA PARA LA ARTRITIS REUMATOIDE

 Aplicación del electrodo en la modalidad resistiva. Cuando la artritis reumatoide se presente en los dedos de las manos aplicaremos el electrodo resistivo en la región interfalángica.  El tamaño del electrodo será el mediano, ya que si utilizamos el de menor diámetro concentraremos demasiado la energía y la sensación térmica será mayor.

Colocación de la placa pasiva. Utilizaremos una geometría longitudinal corta, colocando la placa debajo del antebrazo. En caso de que el paciente note que se le calienta demasiado la zona de contacto con la placa podemos ponerla más distal, por ejemplo, a nivel interescapular, de esta forma al aumentar la superficie de contacto de la placa con el cuerpo, el calor se disipará mucho mejor y el paciente no percibirá molestia alguna.

Duración de la sesión de tratamiento. Como la superficie a tratar en este caso es pequeña, ya que no pretendemos aumentar mucho la temperatura, el tiempo estimado de la aplicación será aproximadamente de 10 minutos. Repartiendo la mitad de la sesión en la cara dorsal de la articulación y la otra mitad en la cara palmar.

Intensidad de aplicación. Es importante en las fases iniciales del tratamiento que la percepción térmica del paciente sea prácticamente nula o de carácter muy leve, estamos hablando de un Grado I-II.

Frecuencia. Trabajaremos con frecuencias bajas (470-700 KHz).

TRATAMIENTO CON DIATERMIA/TECARTERAPIA CAPACITIVA

 Utilizaremos la modalidad capacitiva en los tratamientos que busquemos la relajación de un grupo muscular hipertónico, acortado.

La intensidad con que trabajaremos será aquella que haga percibir al paciente una sensación térmica grado II-III, es decir claramente térmica. Podemos aprovechar el tratamiento para realizar movilizaciones pasivas o estiramientos. Frecuencia. En la mayoría de los tratamientos musculares trabajaremos con frecuencias bajas o a lo sumo intermedias, si el grupo muscular está muy superficial. 450-700KHz.

La colocación de la placa. En zonas pequeñas de tratamiento podemos utilizar una geometría transversal, sin embargo, si lo que queremos es relajar grandes grupos musculares lo recomendado en una geometría longitudinal, colocando la placa lo más proximal posible, de esta forma favoreceremos también el drenaje hemolinfático.

La duración de la sesión estará en función del tamaño del grupo muscular que estemos trabajando, en este caso entre 5 y 7 min.

Como la artritis reumatoide puede llegar a afectar a varias articulaciones, provoca dolor, incapacidad funcional, malestar general, cansancio… etc., a la larga llega a afectar emocionalmente a los pacientes, los estresa y esto produce una intensificación de los síntomas y problemas para descansar. Por todo ello, se recomienda utilizar la diatermia como un método para conseguir una activación del sistema parasimpático. La aplicación de la hipertermia profunda en zonas como el triángulo emocional, o en general en toda la espalda, favorece la secreción de endorfinas y la disminución del estrés. En muchas ocasiones, el paciente llega a relajarse hasta tal punto que se queda dormido durante la sesión.

De ser necesario, también aplicaremos la diatermia capacitiva en articulaciones que presenten derrame sinovial, para ayudar a disminuir el edema. Hay que recordar que no deberemos trabajar con sensaciones térmicas elevadas, sino más bien todo lo contrario, y nunca en periodos agudos.

Somos especialistas en Diatermia-Radiofrecuencia-Tecarterapia.

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