Esmeralda Banacloy Martínez
Fisioterapeuta
Autora de: Libro Diatermia Capacitiva y Resistiva y Cursos Online de Therapy Global Solutions
TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE LA CINTILLA ILIOTIBIAL CON DIATERMIA
El síndrome de la cintilla iliotibial, también conocido como rodilla del corredor, es una patología inflamatoria bastante frecuente en deportistas que practican disciplinas que requieren la realización de movimientos cíclicos de los miembros inferiores, tales como la carrera (sobre todo en corredores de fondo y medio fondo) o el ciclismo.
La cintilla iliotibial es una banda rígida de tejido conectivo, que discurre por el lateral externo del muslo, desde la cadera hasta el tubérculo de Gerdy, en la región anterolateral de la tibia, con dos expansiones: una al peroné y otra a la rótula. La conforman la unión de la aponeurosis del glúteo mayor, medio y fibras tendinosas del tensor de la fascia lata. Es estabilizadora de la extremidad inferior, y, además, colabora en la resistencia de los movimientos de torsión de la rodilla. El movimiento cíclico de flexo-extensión de rodilla durante la zancada o el pedaleo genera una fricción entre la cintilla y el cóndilo externo de fémur, lo que puede llegar a producir una bursitis iliotibial por “sobreuso”, sobre todo si además existe algún desequilibrio mecánico que incremente el rozamiento de la cintilla sobre el cóndilo. Con el tiempo, si no se realiza una correcta rehabilitación, puede llegar a verse afectada la grasa de Hoffa, que al estar ricamente inervada produce un notable incremento del dolor.
Dentro de las causas más comunes que dan origen a esta patología se encuentra llevar un calzado inadecuado, en los ciclistas llevar una posición incorrecta de las calas, correr en terreno duro, irregular y con desniveles, aumento de la intensidad de trabajo, sobre todo cuando el deportista no está en una buena condición física, falta de calentamiento previo y tener una mala técnica de carrera (realizar zancadas cortas). Por otra parte, y no menos importante, las alteraciones biomecánicas producidas por: presentar desequilibrios musculares entre agonistas y antagonistas (la debilidad de los abductores de cadera frente a los aductores favorece la rotación interna, aumentando las posibilidades de sufrir esta lesión), falta de flexibilidad muscular, déficit de reclutamiento del glúteo menor y medio, tener caderas en anteversión, dismetrías de miembros inferiores, varo de rodilla, pronación excesiva del pie, inestabilidad pélvica…puede llevar a sufrir alteraciones en la banda iliotibial.
El paciente se aqueja de dolor punzante o sensación de quemazón, principalmente localizado en la zona lateral externa de la rodilla, debido al roce de la cintilla con el cóndilo femoral externo. Las molestias aparecen durante la carrera, sobre todo en el momento en el que el talón de la pierna afectada toca el suelo, en carreras lentas, en descenso y en ocasiones al subir o bajar escaleras. Durante las fases iniciales la sintomatología cede con el reposo, pero si se va cronificando la patología, las molestias cada vez aparecen antes durante el ejercicio, e incluso al mantener posiciones de flexión de rodilla, por ejemplo, tras un viaje largo o mucho tiempo en sedestación.
Es muy importante tener un buen diagnóstico diferencial para poder obtener resultados en el tratamiento, ya que podemos confundirla con otras patologías que presentan un cuadro clínico semejante, tales como: la tendinopatía del músculo poplíteo y bíceps femoral, adherencias del vasto externo, patología meniscal, alteraciones femoropatelares, artrosis de rodilla, puntos gatillo del vasto externo y glúteo mayor, que da dolor referido a la zona externa de la rodilla o lesiones de ligamento lateral externo.
Recomendamos realizar un balance muscular del glúteo medio y las pruebas de Noble, Renne y Ober, para confirmar el diagnóstico. En una ecografía podremos llegar a observar engrosamiento de la cintilla, fibrosis, desorganización de las fibras, roturas, calcificaciones y/o neovascularización.
DIATERMIA CAPACITIVA PARA EL TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE LA CINTILLA ILIOTIBIAL
Cuanto antes comencemos con el tratamiento mejores y más rápidos serán los resultados. Tan importante como tratar el dolor y la inflamación es corregir las causas de la patología, para evitar futuras recidivas. Si hemos detectado hipertonía muscular trabajaremos con la diatermia en su modalidad capacitiva para relajar la musculatura y normalizar el tono. También podremos aplicar los electrodos automáticos resistivos durante los ejercicios de fortalecimiento muscular, al tiempo que realizamos estiramientos de cuádriceps, tensor de la fascial lata, rotadores internos de cadera y durante los ejercicios de propiocepción.
La fase inflamatoria inicial es un proceso esencial en el proceso de recuperación de los tejidos blandos afectados, pero si la inflamación es muy elevada puede dificultar la recuperación, del mismo modo si aplicamos en estos casos hipertermia contribuiremos a elevar demasiado la hiperemia y agravaremos la patología.
Aplicación de la técnica capacitiva: la diatermia capacitiva nos ayudará a modular la inflamación en los casos agudos y a disminuir el dolor. Para ello desplazaremos el electrodo manual mediano o grande sobre la zona de la inserción de la cintilla, bursa y áreas inflamadas, procuremos un contacto pleno del electrodo con la piel, pero sin ejercer demasiada presión. También desplazaremos el electrodo, realizando movimiento circulares o longitudinales, con una presión un poco más firme y masajeando con la otra mano, sobre toda la musculatura hipertónica, con la finalidad de relajarla: aductores, tensor de la fascia lata, glúteos…
Intensidad: en los casos agudos, donde claramente detectemos inflamación y dolor, trabajaremos con potencias bajas, buscando que el paciente experimente sensaciones atérmicas o térmicas muy bajas, grado I-II. En la musculatura trabajaremos con potencias más elevadas, buscando un efecto hipertérmico, grado III.
Colocaremos la placa de retorno: en función de la posición del paciente, el efecto que queremos logra y la potencia de nuestro equipo podemos situar la placa en un lugar y otro. Por ejemplo, utilizaremos una geometría transversal cuando queramos una relajación muscular. Si lo que pretendemos es disminuir el dolor y modular la inflamación lo recomendado es aplicar una geometría longitudinal, colocando la placa lo más proximal al tronco posible.
Tiempo de tratamiento: aproximadamente entre 12-15 minutos.
Frecuencia: aplicaremos una frecuencia baja, es decir entre 400-470KHz.
DIATERMIA RESISTIVA PARA EL TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE LA CINTILLA ILIOTIBIAL
Aplicación de la modalidad resistiva: aplicaremos la modalidad resistiva sobre aquellos tejidos que más se resisten al paso de la corriente, es decir, tejidos poco hidratados y/o vascularizados, en general: nervios, huesos, ligamentos, fascias y tendones. En el síndrome de la cintilla iliotibial trabajaremos con los electrodos resistivos manuales en la zona del cóndilo externo de la rodilla afectada, a lo largo de toda la banda iliotibial y en los trigger point que presente el paciente, habitualmente en la cara lateral del muslo y en la fascia lata. El hecho de que podamos dejar fijo en un punto el electrodo resistivo nos facilita en la fase subaguda la realización de estiramientos de la banda iliotibial para incrementar la flexibilidad y realizar una aplicación de “tres máximos” con la finalidad de conseguir un efecto neuromodulador del dolor.
También podemos ayudarnos de los electrodos resistivos miofasciales, para tratar puntos dolorosos, bandas musculares tensas, densificaciones o zonas con restricción de la movilidad.
En fases más avanzadas, además de continuar con los estiramientos del tensor de la fascia lata y glúteo medio, podemos utilizar los electrodos automáticos para realizar ejercicios de potenciación muscular, al principio en cadena cinética abierta con mínima resistencia y sin dolor. Conforme se establezca la mejoría pasaremos a ejercicios en cadena cinética cerrada, y por último realizar un trabajo de fortalecimiento excéntrico, con la finalidad de mejorar la estabilidad pélvica, intentar disminuir la rotación interna de cadera y el varo de rodilla.
Colocación de la placa pasiva: cuando coloquemos al paciente en decúbito lateral, para poder tratar tanto la musculatura como la cintilla y la rodilla, lo más cómodo y funcional es poner la placa en la pierna contralateral, aunque también podemos situarla en la zona de aductores, tal y como se muestra en la imagen.
Intensidad: durante la fase inflamatoria trabajaremos con sensaciones atérmicas, para modular la inflamación, producir un efecto bioestimulante y aumentar ligeramente el drenaje y la vascularización. Durante este tiempo recomendaremos al paciente que modifique su actividad deportiva para evitar incrementar las molestias, corrigiendo los factores que complican el cuadro.
Sin embargo, si el proceso se ha cronificado deberemos trabajar con sensaciones térmicas o incluso hipertérmicas, grado III, con la finalidad de reagudizar la patología, reducir la hipoxia, mejorar la viscoelasticidad del tejido conectivo y estimular los fibroblastos.
Cuando busquemos una neuromodulación del dolor, utilizaremos el electrodo de tamaño medio sobre el punto doloroso, realizaremos tres aplicaciones resistivas, buscando en cada una de ellas una sensación hipertérmica, grado III, a lo largo de 5 minutos.
Si trabajamos con las herramientas miofasciales utilizaremos potencias inferiores a 50w, siempre buscando que el paciente perciba sensaciones térmicas suaves, grado II.
Tiempo de tratamiento: entre 10-12 minutos
Frecuencia: trabajaremos con la misma frecuencia que con la modalidad capacitiva.
TRATAMIENTOS CONSERVADORES COMPLEMENTARIOS
- Reposo relativo, evitando correr hasta que hayan desaparecido las molestias y aplicar frío local varias veces al día, en los estadios iniciales.
- Estiramientos de fascia lata, rotadores internos de cadera, cuádriceps y glúteos.
- Ultrasonidos, láser, magnetoterapia, tens
- Punción seca, en puntos dolorosos
- Infiltraciones con corticoesteroides, colágeno o PRP
- Electrólisis percutánea ecoguiada
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
En los casos más complicados, que no han tenido el tratamiento conservador adecuado, la fascia lata está muy fibrosada o el deportista precisa una rápida intervención y solución del problema se recurrirá a la intervención quirúrgica, utilizando técnicas que sean lo menos invasivas posible. La finalidad de esta es tratar la sinovitis de la parte externa de la rodilla, realizar una resecación de todo el tejido inflamatorio y de ser necesario proceder a la remodelación del cóndilo femoral y eliminación de espolones en caso de haberlos. El alargamiento de la cintilla en sus fibras posteriores eliminará la fricción en la zona, al disminuir la tensión.
Tan importante como el procedimiento quirúrgico es realizar una correcta rehabilitación postoperatoria para evitar complicaciones, acelerar el proceso de recuperación y facilitar el return to play.
En la fase inicial, pasadas 48-72h de la intervención, trataremos al paciente con la diatermia atérmica para disminuir el dolor, la inflamación, favorecer el proceso de cicatrización y evitar la formación de adherencias y fibrosis. Combinaremos la diatermia con movilizaciones de flexo-extensión de rodilla, muy suaves e indoloras.
Durante el primer mes para evitar pérdida de tono muscular trabajaremos con los electrodos resistivos automáticos mientras el paciente realiza isométricos de cuádriceps e isquiotibiales. Progresivamente aumentaremos la carga y realizaremos estiramientos muy suaves, indoloros y ejercicios de propiocepción, que también irán aumentando en complejidad a lo largo de las semanas, hasta que el deportista pueda regresar a sus entrenamientos habituales.