Esmeralda Banacloy Martínez
Francisco Barrios Marco
Fisioterapeutas.
Autores del Libro Diatermia Capacitiva y Resistiva
DIATERMIA EN CLAUDICACIÓN INTERMITENTE
La Diatermia se usa esencialmente en Fisioterapia en el tratamiento de patologías musculo esqueléticas, sin embargo en el pasado se ha utilizado con éxito notable en diversas patologías del aparato circulatorio. Entre ellas la claudicación intermitente, a principios del siglo XX hay referencia de una tesis denominada: de la Diatermia en el tratamiento de la claudicación intermitente de origen arterial. La idea de los artículos que publicamos no es solo presentar las aplicaciones más comunes de la Diatermia, sino también aquellas de las que existe información de éxitos notables y que nos pueden permitir si tenemos la suficiente experiencia introducirnos en el campo de la Diatermia en el aparato circulatorio y neurológico.
La claudicación intermitente es una patología que cursa con dolor, un dolor agudo que afecta a la musculatura de las piernas, el dolor suele manifestarse en la marcha, el paciente se ve obligado a detenerse cada cierto tiempo porque las molestias son tan elevadas que le impiden caminar, a mayor gravedad de la obstrucción menor será el recorrido que el paciente podrá realizar sin verse obligado a detenerse. De modo popular se ha llamado a esta patología síndrome del escaparate, por ese tipo especial de marcha que implica arrancar y pararse continuamente.
Esta dificultad para un deambular con normalidad, es un síntoma de una patología vascular periférica, que en esencia supone una disminución de la sangre arterial que llega a las piernas. La arteriosclerosis de las arterias que riegan las piernas es la causa más común de esta patología, la luz de los vasos disminuye, se forman placas que al depositarse en el interior de las arterias, por tanto la capacidad de transportar sangre de forma efectiva mengua, esta limitación del flujo circulatorio acabará afectando a todo el tejido que dependa del limitado riego arterial, afectando a la capacidad motora. En fases avanzadas el dolor disminuye aunque ya no desaparecerá completamente con el reposo.
La claudicación intermitente es un síntoma con mayor incidencia en hombres que en mujeres, especialmente si existe tendencia al sedentarismo, tienen el colesterol alto y son fumadores. La diabetes y la hipertensión elevan el riesgo de padecer enfermedad arterial periférica y por tanto de que aparezcan sus síntomas.
Al caminar los músculos de las piernas necesitan más oxígeno, pero si el paso de la sangre a través de las arterias se encuentra limitado por la existencia de ateromas, no llega suficiente sangre oxigenada lo cual produce dolor e incapacidad para la marcha.
En todo hay un grado y es posible que muchas personas que sienten dolor y pesadez en las piernas se encuentren al comienzo de la enfermedad arterial periférica, en caso de no tener un diagnóstico pueden pensar que el dolor que hace que se muevan algo menos, es algo “normal” debido a la edad. Así que el diagnóstico preciso y precoz es esencial para reducir al mínimo el riesgo de las complicaciones que puede suponer en fases avanzadas tener que recurrir a la cirugía como única solución.
DIATERMIA CAPACITIVA Y RESISTIVA EN CLAUDICACIÓN INTERMITENTE.
La Diatermia no va a tener un efecto directo sobre los grandes vasos, no va a resolver la obstrucción arterial, pero sí que alcanzarán sus efectos a los pequeños vasos y a los capilares.
Es necesario precisar que trabajaremos siempre con intensidades bajas de modo atérmico o con una sensación térmica muy leve. Buscamos un efecto sobre la microcirculación, la diatermia aplicada con el paciente en la camilla, en reposo, provoca un calentamiento ligero en la zona de aplicación, se producirá una vasodilatación que provocará el aumento del riego sanguíneo procedente de vías arteriales suplentes de aquella que se halla parcialmente obstruida. Gracias a ello se eleva el metabolismo local, el nivel de oxigenación y el trofismo de los tejidos.
Sin duda la eficacia de la Diatermia será mayor en aquellos casos en que la limitación de la circulación no haya llegado a ser demasiado elevada.
La colocación de la placa pasiva se realizará bajo la zona glútea o lumbar, tanto para la aplicación de la Diatermia capacitiva como de la resistiva.
Colocaremos el electrodo resistivo en la planta del pie, pudiendo moverlo o dejarlo fijo siempre que el paciente no perciba apenas calor en la zona de contacto con el citado electrodo. Es decir realizamos una aplicación longitudinal en la que el paciente no percibirá calor o en todo caso muy leve en la zona del tobillo que es donde se concentra una mayor densidad de corriente.
No buscamos una elevación importante de la temperatura ya que no queremos sobrecargar el aparato circulatorio, buscamos una activación de la microcirculación. Los buenos resultados de la diatermia han sido verificados en todo tipo de casos, hay quien narra éxitos más que notables incluso en situaciones muy complejas. Lo que podemos aconsejar es realizar una serie de tres sesiones en condiciones de atermia o muy baja sensación térmica y en caso de que la evolución sea positiva continuar el tratamiento. No seguir en ningún caso si no se ha producido una mejoría evidente tras las tres primeras sesiones.
La Diatermia capacitiva podemos usarla del mismo modo en atérmico o térmico muy suave, para relajar la musculatura afectada: cuádriceps, isquiotibiales, gemelos. Con la placa pasiva en glúteos o zona lumbar.
En ocasiones experimentaremos un éxito tan notable como cuando aplicamos diatermia en pié diabético.