Esmeralda Banacloy

Fisioterapeuta.

Autora de los libros:

Diatermia Capacitiva y Resistiva. La Excelencia en electroterapia

El arte de la Diatermia/Radiofrecuencia. Creando Belleza y Funcionalidad

 

DIATERMIA EN EL TRATAMIENTO DEL DOLOR PÉLVICO CRÓNICO EN EL HOMBRE. SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO

El síndrome de dolor prostático (SDP) también conocido como prostatitis crónica no bacteriana (PCNB), es una patología común que afecta a hombres de todas las edades, con mayor prevalencia entre los 40 y 60 años. La prevalencia exacta es difícil de determinar debido a la variabilidad en los síntomas y la dificultad para el diagnóstico. Sin embargo, se estima que afecta a entre el 2% y el 6% de los hombres.

A pesar de su prevalencia, el SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO sigue siendo un trastorno poco comprendido.

Imagina una pequeña glándula del tamaño de una nuez escondida en el sistema reproductor masculino, justo debajo de la vejiga. Esa es la próstata, una pieza fundamental del rompecabezas reproductivo.

Su ubicación estratégica, rodeando la uretra como un anillo protector, le permite jugar varios papeles:

  1. La producción del fluido seminal. Este líquido, esencial para la fertilidad, nutre y transporta a los espermatozoides durante la eyaculación, impulsándolos en su viaje hacia la fecundación.
  2. Control de la micción. La próstata rodea la uretra, y su crecimiento o agrandamiento puede comprimirla, lo que puede dificultar la micción. Esto puede provocar síntomas como dificultad para comenzar a orinar, chorro urinario débil, necesidad frecuente de orinar, especialmente por la noche, y sensación de que la vejiga no se vacía por completo.
  3. Función sexual. La próstata desempeña un papel muy importante en la función sexual masculina. Ayuda a controlar la eyaculación y contribuye a la sensación de placer durante el orgasmo.

En el síndrome de dolor prostático la próstata es la principal fuente de malestar o por lo menos un contribuyente significativo, además del mayor factor de riesgo para la salud del suelo pélvico masculino, ya que, la próstata crece con la edad, principalmente debido a la testosterona. La mayoría de los hombres mayores de 90 años tienen anomalías prostáticas. El cáncer de próstata es común, afectando a 1 de cada 6 hombres, y en algunos casos, puede ser hereditario.

El dolor pélvico crónico (DPC) en el síndrome de dolor prostático (SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO) es una patología prevalente que afecta significativamente la calidad de vida de los hombres, ocasionando dificultades para llevar a cabo las actividades de la vida diaria, la función sexual, las relaciones íntimas y la salud mental, tal y como les ocurre a las mujeres que sufren de endometriosis.

El síndrome de dolor prostático se caracteriza por un dolor persistente o episódico en la zona pélvica, que dura seis meses o más, y puede variar en intensidad y ubicación, es común su irradiación a otras áreas como la ingle, los genitales, la parte baja de la espalda o el recto. En este síndrome el dolor de próstata está asociado a otras disfunciones que mencionaremos más adelante.

FACTORES DE RIESGO DEL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO

Si bien los mecanismos exactos detrás del síndrome de dolor prostático aún no se comprenden por completo, las investigaciones apuntan a la combinación de una serie de factores que podrían aumentar su riesgo:

Inflamación: la próstata, al igual que cualquier otro órgano, puede inflamarse por diversas razones, ya sea por una infección pasada ocasionada por bacterias (prostatitis bacteriana aguda o crónica) o por otros mecanismos no infecciosos (prostatitis abacteriana) aún no del todo claros. Esta inflamación podría ser un detonante del síndrome de dolor prostático y generar sensibilidad, irritación y dolor en la zona.

Tensión muscular pélvica: imagina los músculos de la zona pélvica como bandas elásticas. Si se encuentran tensos o espasmódicos, a menudo como consecuencia del estrés, la ansiedad o un trauma, pueden causar dolor y disfunción en la zona, incluyendo la próstata, lo que podría contribuir al síndrome de dolor prostático.

Daño de los nervios: nuestro cuerpo es una red compleja de conexiones nerviosas. Si los nervios de la zona pélvica se lesionan, por ejemplo, a causa de una diabetes, durante una cirugía o por un traumatismo, enviarán señales de dolor al cerebro, incluso en ausencia de una lesión física. Esto explicaría el dolor crónico del síndrome de dolor prostático.

Factores psicológicos: como ya hemos mencionado el estrés, la ansiedad y la depresión son emociones que afectan a todo el cuerpo, incluyendo la zona pélvica. Si bien no son la causa directa del síndrome de dolor prostático, pueden empeorar significativamente sus síntomas, creando un círculo vicioso.

Historial familiar: si hay familiares con síndrome de dolor prostático, el riesgo de desarrollarlo también aumenta. Esto sugiere que podría haber una predisposición genética a la patología.

Es importante recordar que estos son solo algunos de los posibles factores de riesgo del SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO. La investigación continúa para comprender mejor esta compleja patología y encontrar tratamientos más efectivos.

LAS MOLESTIAS DEL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO: UN ESPECTRO DE SÍNTOMAS

Como ya hemos mencionado, el Síndrome de Dolor Prostático se manifiesta principalmente con dolor pélvico. Pero el síndrome de dolor prostático no se limita al dolor. A menudo, viene acompañado de otros síntomas molestos:

Dificultades urinarias: la dificultad para orinar se convierte en una lucha diaria. La molesta sensación de tener que pujar para iniciar la micción, tener un chorro débil, sentir la necesidad de orinar con frecuencia (especialmente por la noche), urgencia incontrolable de ir al baño y la incómoda sensación de que la vejiga no se vacía por completo, son algunos de los obstáculos que el síndrome de dolor prostático impone a la hora de ir al baño.

Síntomas urinarios irritativos: como ardor o dolor al orinar.

Problemas en la esfera sexual: el síndrome de dolor prostático también puede afectar la intimidad, causando dificultades para obtener o mantener una erección, eyaculación dolorosa y una disminución en el deseo sexual.

Otros síntomas: fatiga, dolor testicular, estreñimiento y dificultad para tener un sueño reparador.

Explorando los diferentes tipos de dolor:

  • Dolor pélvico profundo y constante: a menudo descrito como ardor, presión o molestia en la zona del perineo, entre el ano y los testículos.

  • Dolor inguinal: irradia a la ingle o la parte interna de los muslos.
  • Dolor genital: afecta al pene, los testículos o el escroto.

Es importante recordar que cada persona experimenta el SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO de manera diferente, y la intensidad y combinación de síntomas pueden variar.

DESCIFRANDO EL ENIGMA DEL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO: UN VIAJE HACIA EL DIAGNÓSTICO

El Síndrome de Dolor Prostático puede ser un verdadero enigma para los médicos, ya que sus síntomas se solapan con los de otras afecciones. Para llegar a un diagnóstico preciso, se emprende una investigación minuciosa que involucra:

Historial médico y examen físico: el especialista realizará la historia clínica: anotando en ella los síntomas, historial médico y estilo de vida. Luego, ejecutará un examen físico completo, incluyendo un tacto rectal para evaluar la próstata.

Exploración interna de la próstata: aunque incómoda para algunos, proporciona información valiosa sobre la sensibilidad, el tamaño y la consistencia de la próstata. Se realiza introduciendo un dedo del especialista, con un guante lubricado, en el recto con la finalidad de palpar la próstata.

Análisis de laboratorio: la orina y la sangre se examinan en busca de pistas. El análisis de orina puede detectar infecciones o anomalías, mientras que el análisis de sangre mide los niveles de antígeno prostático específico (PSA) y otros marcadores que pueden indicar la presencia de síndrome de dolor prostático.

Pruebas de imagen: las ecografías transrectales, las tomografías computarizadas (TAC) y las resonancias magnéticas (RMN) de la próstata ofrecen imágenes detalladas que permiten descartar problemas estructurales que podrían estar causando los síntomas.

Pruebas urodinámicas: la uroflujometría mide el flujo de orina para detectar posibles obstrucciones que podrían estar dificultando la micción.

Una mirada más profunda a la vejiga: en algunos casos, se puede realizar una cistoscopia. Esta prueba utiliza una cámara pequeña para explorar el interior de la vejiga y la uretra, buscando anomalías que podrían estar causando dolor o problemas urinarios.

Evaluación de la calidad del esperma: si la función sexual se ve afectada, un análisis de semen puede ser necesario para evaluar la calidad del esperma, ya que algunos problemas de próstata pueden afectar la fertilidad.

Es importante recordar que el diagnóstico del síndrome de dolor prostático puede ser un proceso complejo que requiere la combinación de varias pruebas. La clave está en ser atendido por un equipo multidisciplinar y obtener un diagnóstico preciso junto a un plan de tratamiento adecuado para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

COMBATIENDO EL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO: UN ARSENAL CONTRA EL DOLOR Y LA INCOMODIDAD

El síndrome de dolor prostático puede ser una batalla constante contra el dolor y la incomodidad. Si bien no existe una cura mágica universal, hay un arsenal de tratamientos disponibles que el especialista puede utilizar para combatirlo, aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

Medicamentos:

  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINE): Ibuprofeno o naproxeno para reducir la inflamación y aliviar el dolor.
  • Alfa-bloqueantes: relajan los músculos de la próstata y la vejiga, mejorando el flujo de orina y reduciendo las molestias urinarias.
  • Antidepresivos: amitriptilina, pregavalina o duloxetina, aliados para aliviar el dolor neuropático y mejorar el estado de ánimo, combatiendo de esta forma la desolación que puede acompañar al síndrome de dolor prostático.
  • Ansiolíticos: Diazepam o alprazolam para reducir la ansiedad y la tensión muscular, como tranquilizantes que calman la mente y el cuerpo, facilitando de paso el descanso nocturno.

Fisioterapia:

  • Terapia física: fortalecer los músculos pélvicos y mejorar la flexibilidad, ayudará a recuperar el control y reducir el dolor.
  • Electroterapia: la aplicación de diatermia, TENS y/o magnetoterapia reduce en gran medida los síntomas y mejora el síndrome de dolor miofascial.
  • Acupuntura: la acupuntura también puede ser efectiva para reducir el dolor y reestablecer la función urinaria en hombres con hiperplasia prostática benigna (HBP).
  • Biofeedback: con finalidad de aprender a controlar el dolor y la tensión muscular mediante técnicas de relajación. Con esta herramienta el paciente podrá manejar el propio bienestar.

Procedimientos intervencionistas:

  • Inyección de toxina botulínica: en casos específicos, esta técnica puede ser utilizada para controlar el dolor de forma más precisa.
  • Neuromodulación de las raíces sacras:  se aplica en casos severos y que no responden a los otros tratamientos. Sirve para regular o modular los nervios implicados en el dolor.

Terapia cognitivo-conductual: ayuda a manejar el estrés, la ansiedad y la depresión, que pueden empeorar los síntomas del síndrome de dolor prostático, proporcionándote herramientas para afrontar las emociones difíciles.

Recuerda:

  • El enfoque del tratamiento dependerá de la causa subyacente, la gravedad de los síntomas y la respuesta individual.
  • No existe una única solución que funcione para todos.
  • La comunicación con el terapeuta es clave para encontrar el tratamiento adecuado para casa caso.

APLICACIÓN DE LA DIATERMIA EN EL TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO

Antes de comenzar la aplicación de la diatermia debemos plantearnos cuál es la sintomatología que vamos a tratar y su causa.  Así se programará el equipo de diatermia con el objetivo de tratar, en la medida de lo posible, ambas.

En algunos casos el tratamiento será curativo y en otros paliativo.

En un principio, elobjetivo principal será aliviar el dolor. Como ya hemos señalado, en el síndrome de dolor prostático este  puede venir dado por: alteraciones musculares y/o miofasciales del suelo pélvico, inflamación y neuropatía periférica. Además del dolor,  en algunos pacientes hay que tratar posibles alteraciones vasculares de la zona y el estreñimiento.

Diatermia capacitiva para el tratamiento del síndrome de dolor prostático.

Hay que aplicar la modalidad capacitiva para disminuir la tensión/espasmo muscular. Esto se consigue al aumentar la  temperatura en los tejidos diana, con el fin de obtener toda una serie de efectos biológicos, tales como: una hiperemia profunda,  que incremente tanto la micro como la macrocirculación (de esta forma se oxigenará y nutrirá dicha musculatura). También  ayudará a disminuir el dolor a nivel molecular y compartimental, al aumentar el drenaje de sustancias algógenas y  al reducir la inflamación.

Si el paciente sufre de extreñimiento con la modalidad capacitiva se puede tratar, realizando un suave masaje con el electrodo en la zona abdominal, en el sentido de la agujas del reloj.

Aplicación del electrodo capacitivo:  desplazar el electrodo capacitivo mediano o grande sobre toda las zonas donde el paciente refiera dolor, tensión muscular, sensación de hinchazón:  abdomen, inglés, aductores, glúteos y espalda (fundamentalmente en aquellos casos en los que la paciente también manifieste dolor lumbar).

Nunca debe aplicarse la diatermia en los testículos.

Si queremos utilizar la sonda intracavitaria capacitiva, elegiremos el tamaño que mejor tolere el paciente. Por norma general si hay hipertono utilizaremos la más fina, por ejemplo, de 10 mm, en caso contrario la de 20mm.

 

 

Colocación de la placa pasiva: en principio utilizaremos una geometría transversal, colocando la placa de retorno a nivel lumbar o lumbosacro cuando trabajemos la parte del abdomen, región inguinal y aductores. En caso de que el paciente presente dolor o tensión en la espalda lo colocaremos en decúbito prono y la placa la situaremos en la zona baja del abdomen/pubis. Si utilizamos los electrodos capacitivos intracavitarios, colocaremos al paciente en decúbito lateral, con las rodillas flexionadas, y cincharemos la placa a nivel abdominal bajo.

Tiempo de tratamiento con la modalidad capacitiva: va a depender de la extensión del territorio a tratar. De 15 a 30 minutos aproximadamente.

Intensidad/potencia: el parámetro de intensidad es uno de los más importantes a valorar dentro de la ventana terapéutica con la que vamos a trabajar en cualquier aplicación de la diatermia. Por norma general, programaremos nuestro equipo con una mayor o menor potencia/intensidad según sea la sensación térmica que queremos alcanzar y mantener durante el tratamiento. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, trabajando con la misma intensidad, sobre el mismo tipo de afección y según el día, cada paciente experimenta una sensación térmica diferente, ya que ésta depende de muchos factores. Entre ellos uno de los más importantes es la capacidad que tiene el sistema cardiovascular de cada individuo para refrigerar el tejido tratado, en qué estado se encuentra en ese momento la patología y lo hidratado que esté el paciente al realizar la sesión.

También es importante tener en cuenta la distancia existente entre la placa de retorno y la zona de tratamiento, a mayor separación (es decir, con una mayor extensión de tejidos a tratar), la sensación térmica que percibe el paciente será menor que si la placa de retorno y la zona de aplicación del electrodo están próximas.

Por último, hay que destacar que: la velocidad de desplazamiento y el tamaño del electrodo también influyen en la percepción térmica, es decir, a mayor velocidad de desplazamiento del electrodo por la zona de tratamiento, menor sensación térmica. Utilizando la misma potencia contra menor sea el tamaño del electrodo, más calor percibirá el paciente.

Por todo ello, en lugar de hablar de intensidades/potencias destacaremos que lo importante es programar una potencia tal que, el paciente perciba una sensación térmica muy agradable, lo que llamamos un grado II-III, con la finalidad de vascularizar el músculo y relajarlo. En caso de utilizar los electrodos capacitivos intracavitarios bajaremos la potencia y buscamos que el paciente perciba una sensación térmica templada, muy suave, Grado II.

No olvidar que, cuando hay lesión, inflamación o irritación en ramas nerviosas es posible que exista una alteración de la sensibilidad. Por ello, cuando trabajemos con los intracavitarios además de bajar la potencia y preguntarle cada poco tiempo al paciente qué sensación térmica percibe, lo testearemos con nuestro dedo, para verificar que realmente estamos trabajando con un incremento muy leve de la temperatura corporal. En caso aplicar los electrodos capacitivos clásicos podemos medir la temperatura con un termómetro de infrarrojos, o si ya tenemos experiencia tocando la piel del paciente. También tendremos en cuenta que, si lo que buscamos es producir una analgesia más duradera hay que trabajar en atermia o sensaciones térmicas muy, muy suaves, en cuyo caso recomendamos utilizar un programa especial atérmico o pulsado y potencias bajas.

Frecuencia: ya que vamos a trabajar tejidos y planos musculares profundos, programaremos el equipo con frecuencias bajas, por ejemplo 448 o 470 KHz.

Diatermia Resistiva para el tratamiento del síndrome de dolor prostático

Al utilizar la modalidad resistiva el incremento térmico en el interior del tejido favorecerá el aumento de riego sanguíneo en los tejidos que están menos hidratados y/o vascularizados, tal es el caso de ramas nerviosas, fascia, bandas musculares tensas y puntos trigger. Podemos usar tanto los electrodos resistivos manuales como los automáticos, en caso de que queramos realizar movilizaciones o terapia manual.

Colocación de la placa pasiva: lo más eficaz en estos casos es aplicar una geometría transversal.

Aplicación del electrodo resistivo:  cuando trabajemos con el electrodo resistivo manual lo podemos dejar fijo en zona del pubis, del sacro, trigger points o puntos de neuromodulación. También podemos utilizarlo desplazándolo sobre bandas tensas musculares. En caso de dolor lumbar, tras la aplicación capacitiva, podemos aplicar el electrodo manual, los electrodos manos libres/automáticos e incluso utilizar las herramientas miofasciales, en caso de detectar un problema en la fascia toracolumbar o trigger point.

Tiempo de tratamiento: 15-20 minutos.

Intensidad:  tanto si aplicamos la modalidad automática como las herramientas miofasciales, o tratamos dolor neuropático, recomendamos trabajar con sensaciones térmicas suaves, grado II.

En los trigger point podemos llegar a sensaciones hipertérmicas, grado III, sobre todo si utilizamos la técnica de los tres máximos.

Los últimos minutos de tratamiento bajaremos la potencia hasta conseguir que disminuya bastante la sensación térmica o llegue a ser casi imperceptible. Esto hará que la analgesia conseguida con la diatermia dure más tiempo.

Frecuencia: dejaremos la misma que la empleada durante el tratamiento capacitivo.

Siempre que trabajemos con esta técnica de electroterapia hemos de tener en cuenta las contraindicaciones absolutas y relativas de las corrientes de alta frecuencia y más concretamente las de la diatermia/radiofrecuencia. Cabe destacar que, si hay indicios de infección no podemos utilizar la diatermia hasta  que esta no se haya tratado  con el medicamento adecuado y esté resuelta. Sí que está recomendada en el tratamiento de hiperplasia benigna de próstata; pero en ningún caso si el paciente tiene o se sospecha que pueda existir enfermedad tumoral.

EL SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO: CÓMO LOS CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA PUEDEN MEJORAR LA SINTOMATOLOGÍA

Si bien el tratamiento es fundamental para combatir el síndrome de dolor prostático, ciertos cambios en el estilo de vida pueden ser poderosos aliados para complementar la terapia y mejorar el control sobre este:

  1. Identificar y evitar los desencadenantes: identificar qué actividades, alimentos o bebidas empeoran el dolor es importante y evitarlos se vuelve necesario. Aumentar la ingesta de agua, alimentos ricos en selenio, Vit. E, soja, isoflavonas, tomates y té verde.
  2. Calor o frío: el calor o el frío pueden ser buenos aliados para aliviar el dolor. En algunos casos funciona aplicar calor en la zona pélvica con una compresa o tomar un baño tibio. En otros, aplicar una compresa fría o un baño de hielo pueden ser la solución.
  3. Baño de asiento: un baño de asiento tibio no solo brinda una sensación reconfortante, sino que también ayuda a relajar los músculos pélvicos y reducir la tensión, combatiendo así el dolor.
  4. Reduciendo el estrés: el estrés y la ansiedad pueden empeorar los síntomas del SÍNDROME DE DOLOR PROSTÁTICO. Aprender y practicar técnicas de relajación como yoga, meditación o respiración profunda para combatirlos puede llegar a mejorar la sintomatología y el descanso nocturno.
  5. Dejar el tabaco: fumar no solo es perjudicial para la salud en general, sino que también empeora la inflamación y dificulta la recuperación del síndrome de dolor prostático.
  6. La moderación es la clave: el exceso de comida, el azúcar, el alcohol y la cafeína, aunque tentadores, pueden irritar la próstata y exacerbar los síntomas del síndrome de dolor prostático. Moderando su consumo se puede disfrutar de una mejor calidad de vida.
  7. Evitar vida sedentaria, los largos periodos de sedestación y no aguantar las ganas de orinar. Algunos estudios han demostrado que permanecer sentado durante largos periodos de tiempo puede aumentar la presión en la zona pélvica, lo que podría contribuir al malestar prostático en hombres que ya padecen de alguna patología prostática subyacente, como síndrome de dolor prostático, prostatitis o hiperplasia benigna de próstata (HBP). Al contener la orina, la vejiga se llena y ejerce presión sobre la próstata. Esto puede causar molestias, especialmente en hombres que ya tienen problemas de próstata.

El síndrome de dolor prostático puede ser una patología desafiante y combatirlo requiere un enfoque integral que combine diferentes estrategias. Con el tratamiento individualizado adecuado y el apoyo del terapeuta, se puede aliviar el dolor, mejorar la calidad de vida y recuperar el control del bienestar.

  • Para información más detallada, se recomienda consultar con un urólogo o un profesional especializado en el tratamiento del dolor pélvico. Es importante recordar que esta información es solo para fines informativos y no debe considerarse como un sustituto del consejo médico profesional.

Somos especialistas en Diatermia-Radiofrecuencia-Tecarterapia. Si quieres asesoramiento en equipos o formación contacta con nosotros.

Esmeralda Banacloy, Fisioterapeuta: 677.47.20.37

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