Esmeralda Banacloy Martínez. Fisioterapeuta
Autora del Libro DIATERMIA CAPACITIVA Y RESISTIVA
TRATAMIENTO DE LA PIEL HIPERSENSIBLE CON DIATERMIA
El proceso de envejecimiento afecta en especial a la piel, es en ella donde se perciben las primeras huellas de la edad. No olvidemos que la piel es ese espacio misterioso que nos separa y, al mismo tiempo, une al mundo exterior.
Cumplir esa doble función supone para este órgano disponer de un muro de contención que nos protege de las agresiones externas, a la vez que posee una extrema sensibilidad, lo cual nos permite percibir y experimentar el mundo que nos rodea, es decir, todo aquello que se encuentra más allá de la barrera que constituye la piel.
Pero a la piel actuar como medio de separación, de protección frente al mundo exterior, no le supone un esfuerzo gratuito, paga su labor en forma de desgaste, sufriendo un deterioro muy superior al de otros órganos del cuerpo. Bien es cierto, que su capacidad de regeneración también es muy elevada y gracias a ello defiende continuamente a tejidos más profundos de las agresiones del medio externo, ya sean debidas a los metales pesados, gases generados por el tráfico, polen, humo del tabaco, maquillajes o cosméticos inadecuados, dermatoheliosis, y un largo etc.
En la juventud, la piel apenas parece experimentar degradación alguna ante semejante retahíla de elementos, que actúan frente a ella noche y día; pero conforme avanza la edad la capacidad de la piel para hacer frente a una lucha en tantos frentes comienza a resentirse.
La hipersensibilidad cutánea es más común en las mujeres que en hombres, debido a las alteraciones hormonales que sufren a lo largo de su vida, y cuando la piel envejece, debido al adelgazamiento de la epidermis y la disminución de la película hidrolipídica. Todo ello redundará en una menor capacidad de respuesta ante cualquier tipo de agresión que pueda sufrir la piel. Con el paso del tiempo la piel tiene una:
- Menor densidad de células de Langerhans, lo cual implica directamente una reducción notable de la capacidad de respuesta inmunitaria ante todo tipo de agentes infecciosos.
- Reducción de la cantidad de colágeno, elastina y ácido hialurónico en las diversas capas de la piel, así como pérdida de elasticidad e hidratación.
- El progresivo deterioro de los corneocitos hace que pierda parcialmente su capacidad cohesiva, disminuyendo con el paso del tiempo su fundamental misión de barrera externa y facilitando la penetración de sustancias irritantes.
- Reactividad de las fibras sensoriales de la epidermis
Aunque por separado no parecen elementos que supongan un riesgo evidente, en conjunto estos cuatro factores actúan deteriorando no solo la piel, sino que son responsables de algo tan importante como la reducción de la capacidad de termorregulación que esta nos aporta y la excesiva pérdida transepidérmica de agua.
La piel hipersensible no muestra una apariencia distinta a lo esperado en relación con la edad y al cuidado que hemos tenido con ella. Su diagnóstico se basa en la historia que nos relata el paciente, sin que en ocasiones apreciemos directamente signos visibles o pruebas objetivas que puedan confirmar este estado de la piel.
Hay toda una serie de síntomas comunes, y cuya intensidad varía de un paciente a otro, que se encuentran en relación con esta patología: el paciente nos describe que siente como si la piel le quemara, aprecia una irritación que le hace percibir sensación de escozor, junto a ese ardor aparecen pinchazos o sensación de piel muy tensa o inflamada. Ocasionalmente llega a observarse la piel seca, descamada o con eczema, Si se acompaña de enrojecimiento, cuperosis, puede tener una mayor predisposición a sufrir rosácea.
Existen toda una serie de factores para tener en cuenta que pueden actuar como precursores de la hipersensibilidad, y que en principio en personas que no tienen una piel hiperreactiva, serían totalmente inocuos o bien tolerados:
- Factores climáticos. Tanto en lo referente a cambios en el clima: frío o calor extremo, humedad, viento, cambios de presión, ambientes demasiado secos, en especial si las modificaciones se producen de modo brusco. Radiación ultravioleta, el ozono.
- Factores de tipo químico. Aquí se engloban tanto los debidos a contaminantes ambientales de todo tipo, como a las comidas picantes, conservantes, bebidas alcohólicas, tabaco, maquillajes, productos de limpieza, colonia, desodorantes, cosméticos, agua demasiado calcárea, tinturas, químicos y géneros de la ropa, hasta cualquier tipo de elemento que al establecer contacto con la piel pueda producir una respuesta excesiva de la misma.
- Estrés, en sus diversos grados. Cualquier tipo de problema personal que pueda inducirnos a una situación de ansiedad, genera una respuesta sistémica de todo el organismo. La acción de las catecolaminas que inducen el estrés puede ser el origen o en todo caso empeorarán el estado de la piel hipersensible. El estrés, junto con la falta de descanso nocturno, una nutrición deficiente y una hidratación insuficiente, se suman así a una serie de factores internos que inician el desarrollo o empeoran esta patología.
- Factores mecánicos. Cuando la piel se encuentra débil, hasta la presión de una almohada puede llegar a percibirse como ingrata. No debemos olvidar los factores mecánicos cuando aplicamos diatermia a estos pacientes, siendo conscientes de que la presión a realizar con el electrodo no llegue jamás a resultar molesta.
- Factores hormonales. Ciclo menstrual, durante la lactancia, pubertad, embarazo y menopausia.
La piel es el órgano más extenso y pesado del cuerpo humano, en muchas ocasiones un órgano infravalorado y que, sin embargo, cumple una importantísima función de defensa frente a las infecciones y todo tipo de agresiones que provienen del mundo exterior.
El sistema tegumentario logra que nuestra vida pueda desarrollarse con salud. Al mismo tiempo, el potente y preciso sistema nervioso aferente que posee, nos aporta toda una serie de matices y experiencias sensoriales que nos acompañan toda la vida. Nos proporciona equilibrio térmico, es una importante reserva de energía y da forma al cuerpo.
Es cierto que con la edad nuestro organismo va sufriendo un declive progresivo, y en la piel se muestra de forma muy evidente: el grosor disminuye, así como su resistencia y elasticidad, al tiempo que la deshidratación se incrementa.
La utilización de la diatermia es un medio eficaz para revertir ese proceso y cuidar la piel hipersensible. Su potente efecto bioestimulante acelera el proceso de renovación tisular y potencia la regeneración del manto hidrolipídico, devolviéndole la flexibilidad y elasticidad necesaria para cumplir su función de protección.
DIATERMIA CAPACITIVA EN EL TRATAMIENTO DE LA PIEL HIPERSENSIBLE
Si algo caracteriza a la modalidad capacitiva de la diatermia es su alta capacidad para incrementar la hidratación de la piel. De inmediato la elevación de la temperatura local va a provocar una respuesta del sistema parasimpático en la dirección de intensificar el riego sanguíneo y con ello se producirá una extravasación de líquido que en general se utiliza como un medio para reducir las arrugas, aunque lo que más nos importa en este caso es que el aporte de nutrientes, la oxigenación y el drenaje de las sustancias tóxicas. El uso de la diatermia favorecerá la recuperación y regeneración tisular, el retorno de la piel a su equilibrio homeostático, reestableciendo su pH óptimo y la normalización de las reacciones enzimáticas. Por otro lado, su efecto neuromodulador propicia una regulación de la sensibilidad y con ello una potente efecto calmante y antiinflamatorio.
Aplicación del electrodo capacitivo: recordaremos siempre que la aplicación del electrodo activo en el tratamiento de la piel hipersensible se realizará con una presión suave, que no resulte molesta en caso alguno. Recorreremos con movimientos circulares lentos toda la zona afectada, realizando una ligera presión hacia los colectores linfáticos. Dado que estos pacientes tienen la sensibilidad cutánea alterada se recomienda calibrar el equipo para que se adapte a las características específicas de su piel. De este modo nos aseguramos de que no percibe sensaciones molestas o desagradables con el paso de la corriente.
Colocación de la placa pasiva: para todo tipo de tratamientos faciales lo recomendado es colocar la placa pasiva en la zona interescapular, de modo longitudinal próximo. En tratamientos corporales recomendamos utilizar una geometría transversal.
Tiempo de tratamiento: dependiendo de la zona a tratar puede ir de 10 a 20 minutos. Nuestra recomendación es realizar entre 2-3 sesiones semanales las primeras semanas que podremos ir espaciando poco a pocos. El número total de sesiones dependerá de la evolución percibida por el paciente, la extensión de la afectación y su gravedad. Posteriormente recordar las necesarias sesiones de mantenimiento.
Intensidad: en los casos de hipersensibilidad de la piel la intensidad con la que trabajaremos requiere una especial atención, ya que el calor en exceso puede incrementar las molestias percibidas por el paciente, así que realizaremos un tratamiento con lo que denominamos Grado II, calor claramente percibido, pero suave. Incluso realizaremos tratamientos completamente atérmicos cuando nos encontremos con casos muy agudos de hipersensibilidad de la piel.
Frecuencia: este tipo de tratamiento es muy superficial por lo tanto trabajaremos con frecuencias elevadas, consiguiendo así que la energía aplicada se concentre en el territorio que deseamos tratar: 1MHz. Evitaremos trabajar con frecuencias más altas, ya que en ocasiones al ser tan superficiales sus efectos el paciente puede experimentar sensaciones de molestas.
DIATERMIA RESISTIVA EN EL TRATAMIENTO DE LA PIEL HIPERSENSIBLE
Una de las características esenciales de la modalidad resistiva es su capacidad para generar neocolagenosis, nos encontramos pues ante la modalidad de diatermia que logrará precisamente uno de los objetivos que deseamos conseguir: incrementar ligeramente el grosor de la piel, al mismo tiempo que se activa la microcirculación y se acelera el trofismo local. Este tipo de aplicación la podremos realizar una vez que el cuadro haya mejorado notablemente tras la aplicación capacitiva, ya que para producir una estimulación de los fibroblastos hemos de trabajar con sensaciones térmicas elevadas.
Los electrodos bipolares resistivos pueden resultar especialmente útiles en este tipo de aplicación, ya que tienen un efecto muy superficial que es precisamente lo que estamos buscando en este caso.
Colocación de la placa pasiva: no hace falta usarla en el caso de disponer de un electrodo bipolar, ya que cuenta con el electrodo activo y el de retorno o pasivo en el mismo manípulo. Por ello su capacidad de profundización en limitada, ya que la corriente penetra justo la mitad de la distancia que separa un electrodo del otro.
Cuando utilicemos los electrodos monopolares colocaremos la placa pasiva en la zona interescapular cuando realicemos un tratamiento facial, de modo longitudinal próximo.
Aplicación del electrodo resistivo: dedicaremos el tiempo de tratamiento a las zonas conflictivas, precisamente en las zonas en las que el paciente nos narra que la sensación de ardor o pinchazos es mayor, siempre con una presión leve utilizando el electrodo mediano.
Tiempo de tratamiento: dependerá exclusivamente del territorio a tratar, entre 10-20 minutos, en estos casos sugerimos comenzar siempre por la modalidad resistiva y posteriormente utilizar la capacitiva.
Intensidad: sensación de calor intensa, pero perfectamente llevadera, Grado II-III. Si pese a trabajar con intensidades bajas, el paciente manifiesta sensaciones térmicas demasiado elevadas o desagradables, aplicaremos el programa especial de corriente pulsada, lo cual nos permitirá trabajar con un poco más de energía sin que resulte molesta para el paciente.
Frecuencia: siempre frecuencias altas, ya que buscamos un efecto sobre un tejido muy superficial: de 1MHz.
No debemos olvidar que también es preciso recordar a nuestros pacientes que el consumo de agua es uno de los elementos esenciales para conservar una piel sana.
Además de la aplicación de la diatermia, se recomienda como tratamiento coadyuvante el uso de cremas y geles hipoalergénicos de calidad, es decir con fórmulas que incluyen un limitado número de ingredientes y están libres de conservantes, alcohol, fragancias, colorantes, etc. Tras la ducha, evitar en la medida de lo posible frotarse con la toalla, mucho mejor realizar suaves toques hasta conseguir secarse.
También puede ser de ayuda el uso de aceites esenciales como el de onagra, árbol del té y avellana, o el consumo alimentos antioxidantes ricos en vitamina C, A y E, té de manzanilla, semillas de lino, cúrcuma o hinojo.
Le recordaremos que deben extremar el cuidado si utilizan limpiadores faciales convencionales, ya que estos pueden favorecer la destrucción de la barrera hidrolipídica, y lo mismo ocurre con los productos exfoliantes, causantes por sí mismos, de una considerable irritación dérmica.