Esmeralda Banacloy Martínez. Fisioterapeuta

Autora del Libro DIATERMIA CAPACITIVA Y RESISTIVA

DIATERMIA PARA LA OXIGENACIÓN, NUTRICIÓN E HIDRATACIÓN FACIAL

Entendemos que la diatermia, que genera un intenso aporte sanguíneo y activa tanto la micro como la macrocirculación, es la mejor solución, además de un tratamiento no invasivo y más grato que las infiltraciones, para este inesteticismo en el que se observa una piel mate, sin luminosidad, turgencia y que comienzan a aparecer las primeras arrugas y líneas de expresión.

Incluso tras la primera sesión con diatermia se observa una recuperación clara, la laxitud disminuye, la piel se torna rosada, brillante y más firme. No es suficiente con una sola aplicación de diatermia para que se consolide una mejoría estable, ello requerirá de varias sesiones y un mantenimiento, pero ya desde el comienzo se producen acciones y potentes efectos fisiológicos que evidencian su enorme potencial para devolver al rostro el aspecto que le corresponde, cuando la piel recupera su salud y vitalidad al ser nutrida, oxigenada e hidratada.

Existen muchas personas en las que aun sin apreciarse arrugas marcadas en la cara, tienen un aspecto que no parece corresponder con su edad. La piel aparece sin brillo, sin tensión, dando muestras iniciales de un envejecimiento prematuro, que sin el adecuado tratamiento se producirá a marchas forzadas.

Si descartamos patologías renales o cardíacas que pueden afectar a la piel, nos encontramos con varias causas, capaces de alterar el estado de la dermis y repercutir negativamente en su salud, sobre todo cuando se convierten en algo cotidiano. Entre ellas cabe destacar:

1.- Estrés. El estrés forma parte inherente de la vida, sin él no podríamos sobrevivir. Evolutivamente es un mecanismo que pone en marcha los procesos de defensa que han permitido la evolución de nuestra especie, en esencia no es algo negativo mientras se mantenga en unos niveles “aceptables y/o normales”. Definir la normalidad es complejo, pero de una forma sencilla podemos expresar que lo fundamental es que la relación entre esfuerzo y reposo debe encontrarse en equilibrio.

El estrés es un mecanismo de activación de las energías del cuerpo, de este modo se prepara frente a una amenaza real o imaginaria, es el responsable de la segregación de catecolaminas, hormonas responsables de acelerar el funcionamiento del organismo. El problema se inicia precisamente cuando este mecanismo se activa continuamente en nuestra vida cotidiana, cuando las aceleraciones son permanentes, la capacidad de recuperación decrece y el agotamiento se instaura.

Quienes sufren esta experiencia perciben una sensación de cansancio, aunque no estén realizando una actividad que lo justifique, y es que, como hemos dicho anteriormente las amenazas imaginarias también desencadenan este proceso de sufrimiento metabólico.

Hoy en día los riegos que nos acucian no son como los que originaron esta respuesta defensiva, no hemos de enfrentarnos a un león en la sabana africana, sin embargo, este mecanismo funciona a modo de todo o nada, se dispara y libera adrenalina como si hubiéramos de huir o luchar. Actualmente el estrés se dispara en la oficina, sentados, no huimos ni luchamos, las sustancias no se consumen por esa acción muscular, permanecemos quietos mientras recorren nuestro torrente circulatorio dañando más aquellos órganos diana que responden con mayor intensidad ante esta agresión, entre ellos la piel que ve limitado el aporte sanguíneo, tomando debido a ello ese aspecto blanquecino, porque el estrés drena la sangre de lugares que no son esenciales para la acción de los músculos que se preparan para la defensa o la huida. Hay una especie de hipertono constante que no solo agota, sino que genera toda una serie de catabolitos que intoxican los tejidos.

Vivimos en un mundo acelerado, en el que ya nada parece seguro, la velocidad, el cambio, la incertidumbre, son capaces de generar un estado de estrés continuamente incrementado. El estrés de origen social, la contaminación sonora, el estrés químico: que afecta a la respiración, a la alimentación y produce alergias, conforman distintos tipos de estrés que se amplifican entre si multiplicando los efectos negativos sobre un órgano tan sensible como es la piel.

2.- Falta de reposo. El descanso nocturno favorece la recuperación de los estados agudo y subagudos de estrés, impidiendo que se llegue a una situación crónica de agotamiento que requeriría de una atención médica. El sueño reparador, facilita el retorno al equilibrio simpático-parasimpático, se inicia un predominio del sistema que relaja, frente al que activa, la circulación se ve facilitada por la posición del cuerpo tumbado, al tiempo que la regeneración de los tejidos dañados o con sobrecarga se ve favorecida.

A las personas tensas, les resulta difícil dormir, es normal, el cerebro interpreta la tensión como una preparación para la acción, si no conseguimos relajarnos, aunque el sueño llegue, no resulta una experiencia todo lo profunda que podríamos esperar. Muchas personas se levantan por la mañana casi tan cansadas como se acostaron por la noche.

Ese estado de semidescanso, implica una tensión muscular anormal, un incremento por tanto de las sustancias de desecho, una elevación anormal de la tensión de anhídrido carbónico en la sangre. Si unimos todos los factores que actúan frente a una piel saludable, no resulta extraño entender el porqué de ese aspecto de la cara blanquecina y desvitalizada.

3.- Adicción al consumo de substancias toxicas. Cualquier consumo de productos que afecten a la salud del cuerpo, tendrá un efecto marcado sobre la piel. El tabaco y el alcohol se consumen alegremente entre la población, aparte de los riesgos que suponen para la salud, conocidos por todos, hay efectos negativos sobre la piel que parecen permanecer en un segundo plano y que, sin embargo, es preciso destacar:

  • El tabaco incide de forma nefasta sobre la piel, aparte de la innumerable cantidad de sustancias nocivas capaces de producir efectos destructores de la salud, la nicotina tiene un potente efecto vasoconstrictor, así que por un lado el tabaco contamina el cuerpo y por otro reduce el aporte sanguíneo, una combinación perfecta para provocar un aspecto cansado, demacrado y decolorado de la epidermis que acompaña a los fumadores.
  • El alcohol es un tóxico que obliga al organismo a realizar esfuerzos en su depuración, al mismo tiempo que deshidrata la piel y hace que pierda turgencia.

El uso y abuso de substancias tóxicas como las mencionadas, y otras que no enumeramos, supone para este órgano una agresión tan importante que produce como ya hemos mencionado un efecto prematuro de envejecimiento, que si no se ataja lo antes posible resulta cada vez más complejo de solucionar.

La diatermia tanto en su modalidad capacitiva como en la resistiva, aplicada correctamente, ayudan a subsanar totalmente o en gran medida los efectos nocivos de la desnutrición, deshidratación y acúmulo de toxinas.

Resulta perfectamente comprensible que adaptándonos específicamente al tipo de piel con que nos encontramos, a las características particulares de cada paciente y usando los parámetros correctos, debemos lograr mejorar la microcirculación, activar el drenaje de catabolitos, incrementar la saturación de oxígeno de los tejidos y mejorar la nutrición de la piel lo que redundará en un aspecto de esta más rejuvenecido, fresco y saludable.

Diatermia capacitiva en el tratamiento para mejorar la oxigenación, nutrición e hidratación facial

Aplicaremos la modalidad capacitiva en aquellos cutis, relativamente jóvenes (entre 25 y 40 años) que acusan el estrés, los factores climáticos y ambientales, agotamiento físico, etc. Son pieles que en general tienen un buen aporte de sangre y están bastante hidratadas, pero que puntualmente precisan de una ayuda extra para recuperar su buen aspecto.

También podemos aplicar la diatermia capacitiva en pieles algo más maduras, donde aparecen los primeros síntomas de flacidez, pérdida de volumen, arrugas y líneas de expresión marcadas (entre los 40 y 50 años).

A partir de los 50, con los cambios hormonales, el déficit circulatorio y la disminución de la actividad de los fibroblastos, el tratamiento capacitivo pasa a ser un coadyuvante del resistivo, que toma un papel principal.

Colocación de la placa pasiva: la mejor opción es ubicarla en la zona interescapular, sobre todo si queremos extender el tratamiento hacia la zona del cuello y escote. Aplicaremos lo que se conoce como una geometría longitudinal corta. Al colocar la placa cerca de la zona de tratamiento concentramos la energía y los efectos buscados en una región más delimitada, al tiempo que favorecemos el drenaje linfático. Es recomendable poner algo de crema en la placa de retorno.

Aplicación del electrodo capacitivo: hemos de tener en cuenta que siempre trabajaremos con el cutis limpio y si es posible después de realizar una exfoliación suave. Trabajaremos con el electrodo capacitivo mediano por toda la cara, aplicando una presión suave ascendente y menos intensa en sentido descendente. Se aconseja realizar pases hacia las cadenas ganglionares para favorecer el drenaje, centrándonos en aquellas zonas en las que advertimos que la piel se encuentra más ajada. En general, suele coincidir en la zona infra orbital de los ojos, las cejas que tienden a parecer abatidas, los labios, rictus y no resulta de extrañar que necesitemos un tiempo extra en pómulos, que aparecen no solo con ese aspecto de piel cansada sino caídos, como si la gravedad se cebara en ellos.

Con una aplicación correcta incluso en la primera sesión se aprecian resultados. Utilizaremos crema de radiofrecuencia para mejorar la conductividad en toda la superficie de tratamiento, y esta puede ser una crema estándar o alguna que tenga en su composición colágeno, a. hialurónico o principios regeneradores. En caso de no disponer de este tipo de producto siempre podemos realizar el tratamiento con nuestra crema habitual y al finalizar la sesión aplicar como un posible tratamiento coadyuvante un serúm o crema hidratante, nutritiva o regeneradora, dependiendo de las necesidades de nuestro paciente.

Tiempo de tratamiento: dependerá mucho del estado de la piel y de lo amplio de las zonas a tratar, entre 10 y 20 minutos debería ser suficientes, para un tratamiento completo de la cara, hasta los 30 minutos si necesitamos tratar la piel del cuello.

En función del estado de la piel se precisará entre 8-15 sesiones, sin olvidar las posteriores de mantenimiento que siempre recomendamos.

Intensidad: en este tipo de tratamiento trabajaremos con una potencia/intensidad tal que la sensación de calor que percibe el paciente sea intensa, lo que llamamos grado III, recordar siempre que hablamos de una sensación térmica alta dentro de lo agradable, evitar en todo caso la sensación de que “quema”.

En ocasiones, cuando trabajamos con intensidades altas con la modalidad capacitiva se pueden producir picos de calor en puntos donde se reduce el contacto del electrodo con la piel, ya que al disminuir la superficie de contacto se concentra más la energía en esa zona. Esto se evita si nuestro equipo de diatermia tiene control dinámico de impedancia, o lo que es lo mismo, va adaptando la energía que entrega a la zona donde estamos aplicando el electrodo, disminuyendo de forma automática la intensidad cuando aumenta la impedancia o aumentándola si esta disminuye.

Frecuencia: mejor trabajar con frecuencias altas, ya que lo que deseamos es actuar sobre las capas superficiales. Entre 700 y 1000 KHz.

Diatermia resistiva en el tratamiento para la oxigenación, nutrición e hidratación facial

Con el paso del tiempo, la exposición solar, a factores climáticos y ambientales extremos o cuando disminuye de forma continuada el aporte sanguíneo al rostro debido a nuestro estilo de vida, se produce una reducción de la actividad de los fibroblastos con la consiguiente pérdida de matriz extracelular, sobre todo colágeno, elastina y ácido hialurónico. La principal función de este mucopolisacárido es mejorar la estructura cutánea, aportando soporte, contribuyendo a la reparación celular e hidratación en profundidad. Es lógico que cuando escasea el a. hialurónico la piel se vea más arrugada, con menos densidad y volumen.

La aplicación de la modalidad capacitiva se orienta en esencia a lograr una intensa activación del riego sanguíneo en los tejidos hidratados. Sin embargo, la modalidad resistiva produce una elevación de la temperatura, y por consiguiente un aumento de la hiperemia, en tejidos con poco contenido en agua, sangre o electrolitos, tales como los ligamentos, tendones, huesos, nervios y por supuesto piel envejecida. La aplicación de la diatermia resistiva ayudará a que la piel deshidratada y/o envejecida recobre ese aspecto firme, terso y brillante.

Colocación de la placa pasiva:  con la modalidad resistiva recomendamos utilizar el electrodo clásico monopolar de tamaño mediano, ya que con el pequeño las sensaciones puede que sean demasiado intensas o desagradables para el paciente, a menos que trabajemos con muy poca intensidad / potencia, con lo que los efectos se verán atenuados. Para este tipo de tratamiento recomendamos de nuevo colocar la placa a nivel interescapular. Muchos equipos actuales disponen de electrodos resistivos bipolares, tripolares o tetrapolares. Se diferencian de los electrodos monopolares en que en el mismo manípulo están lo que sería el electrodo resistivo y la placa de retorno (por lo que no necesita situar la placa neutra a distancia de la zona de tratamiento). Únicamente hay que tener en cuenta que con este tipo de aplicación los resultados son menores, ya que nos obligan a trabajar con potencias relativamente bajas (porque si no queman) y muy superficiales, ya que la corriente apenas penetra en el tejido, exactamente la mitad de la distancia que separa el electrodo resistivo del electrodo neutro.

Aplicación del electrodo resistivo:  extenderemos la crema de radiofrecuencia por toda la zona de tratamiento. No resulta difícil observar en el rostro las zonas en las que la piel aparece como más deshidratada, es en esos puntos en los que incidiremos con especial atención para lograr el cambio que deseamos. Recomendamos utilizar el electrodo monopolar mediano, aplicando una presión suave ascendente y menos intensa, pero manteniendo pleno contacto con la piel, en sentido descendente. Iniciaremos el tratamiento en la zona más distal, por ejemplo, el cuello o la papada e iremos subiendo hacia la frente.

Al elevar la temperatura del colágeno, la elastina y el a. hialurónico conseguiremos en un primer momento mejorar su viscoelasticidad y potenciar su función. A largo plazo la estimulación de los fibroblastos producirá una verdadera recuperación y regeneración tisular.

Tiempo de tratamiento: el tiempo de tratamiento con la modalidad resistiva oscila entre los 10 a 20 minutos, y si combinamos su aplicación con la modalidad capacitiva nos lleva a un total de entre 20 a 40 minutos.

Al principio mejor realizar 2 a 3 sesiones semanales si ello es posible, distanciándolas poco a poco en el tiempo conforme se observa una estabilización en la mejoría del aspecto de la piel.

Intensidad: al igual que con la modalidad capacitiva procuraremos realizar el tratamiento con una sensación térmica grado III, buscando que el paciente perciba un calor elevado, pero que jamás llegue a resultar molesto.

En pacientes mayores, donde sospechemos déficit circulatorio importante y/o de sensibilidad, trabajaremos al principio con potencias bajas y percepciones térmicas suaves. Conforme vaya mejorando la circulación cutánea, y por tanto el aspecto del cutis, podremos elevar la potencia de forma gradual. En el caso de que el paciente manifieste que percibe sensaciones molestas o de paso de corriente recomendamos calibrar el equipo, para que se adapte a la impedancia de su piel.

Frecuencia:  programaremos frecuencias altas, entre 700 y 1000 KHZ, ya que vamos a tratar un tejido muy superficial.

Con la aplicación de diatermia en este tipo de tratamiento la piel mejora rápidamente percibiéndose desde las primeras sesiones un cambio notable, los pómulos se elevan, la piel se torna tensa y adquiere un aspecto juvenil y brillante.

Siempre que realicemos un tratamiento estético facial con diatermia hemos de tener muy presente las contraindicaciones, tanto relativas como absolutas. Son básicamente las mismas que cualquier aplicación de diatermia; pero en tratamientos faciales y, sobre todo cuando vayamos a trabajar en la zona periocular, hay que tener presente que no debemos aplicarla si el paciente lleva hilos o implantes metálicos, padece enfermedades infecciosas del ojo y tejido orbitario, glaucoma con presión elevada y exoftalmos en la enfermedad de Basedow.

Somos especialistas en Diatermia-Radiofrecuencia-Tecarterapia. Si quieres asesoramiento en equipos o formación contacta con nosotros. Esmeralda Banacloy Fisioterapeuta: 677.47.20.37

Contáctanos